“Para nuestro parecer las cometas son libres, ya que pueden volar tan alto como ellas lo pidan”
Era una tarde del mes de agosto, iba camino a casa de mis abuelos, aquel día inicio toda esta loca metáfora de que somos como una cometa.
SENTIRSE LIBRE COMO UNA COMETA.
Todos hemos deseado ser libres, y quizás al estilo de una cometa, ella se ve “feliz” desde aquí abajo, sin nada que la detenga va al ritmo del viento, bailando a su modo, sin recibir críticas o comentarios grotescos, que nos han hecho tantas personas que significan nada para nosotros o quizás sí.
“TODOS A PESAR DE SER MUY PEQUEÑOS DESEAMOS SER INDEPENDIENTES, VALER POR NOSOTROS MISMOS, SENTIR QUE SOMOS AUTOSUFICIENTES”.
Muchos creemos que las cometas “vuelan” por si mismas, pero estamos equivocados, las cometas al igual que los seres humanos necesitan de alguien para “volar” alto, ser una estrella y llegar a ser exitosos. Las personas que elevan las cometas terminan siendo nuestros padre o personas encargados de nuestro cuidado, y nosotros terminamos siendo la cometa. Ellos elijen que tanta cuerda nos desean dar, y en qué momento deben “soltarnos cuerda”, Al igual que la persona que eleva una cometa, nuestros padres sienten miedo de que la cuerda se reviente y nos vean irnos sin algún rumbo fijo, y con el conocimiento de que en algún pequeño instante estaremos en el suelo, solos, heridos y sin ganas de dar más de nosotros. Sin una persona que nos guíe, sin una persona que nos “manejé”, sin la persona de la cual dependemos casi toda la vida, seriamos la cometa que nos permitió elevar nuestro padre, abuelo, hermano e incluso nuestra madre, esa que no logramos elevar, por la cual lloramos toda la noche, e incluso hicimos que nos compraran o construyeran otra.
Al igual que las cometas, nosotros los seres humanos cuando decidimos volar lejos de casa, sufrimos, nos rompemos, reventamos lazos con nuestra familia, caemos a una profunda desolación y terminamos por plañir todos los días del resto de nuestras vidas.
Nosotros, al igual que aquella cometa que reventó su cuerda y termino en algún lugar del mundo atada a cualquier árbol, cable de luz, algún techo de cualquier casa o en algún solar, solo deseábamos que nos dieran más cuerda, deseábamos sentirnos mas lejos de casa y más cerca al éxito, anhelábamos volar mucho más rápido de lo que se le es permitido a las comes, y mucho más rápido y alto de lo que la vida nos permite ir a nosotros.
Deseamos ser adultos, ser exitosos, ser ricos tan pronto, deseábamos dejar de ser dependientes de casa, del amor de nuestros padres, hermanos, abuelos, de nuestra familia en general, del dinero que nos dan, deseamos tener nuestras cosas tan pronto, cosas que compremos con nuestro sacrificio, que incluso algunos de nosotros hacemos cosas que nos deberíamos por poder ser independientes para volar, e intentar que la cuerda se reviente más rápido, sin saber lo que nos espera cuesta abajo.
Desolación, timidez, amargura, miedo, odio, capricho, temor, enojo, rebeldía, negación e ira, son algunos de los muchos sentimientos que nos deja la cuesta abajo, después de reventar la cuerda, el deseo de volver a casa se hace cada vez más inmenso, el deseo de depender de esa persona que tenía nuestra cuerda de recuperar la persona que media la cantidad de cuerda, que vierta cuando algo está mal o algo malo se avecina, depender de esa persona que en ocasiones se “quema o pela” las manos por nosotros, al igual que la persona que intenta volar una cometa.
A nuestros padres o personas que decidieron ser los encargados de nosotros, los cuales nos ven como su cometa, los cuales son los encargados de soltar, medir, recoger y dejar que nuestra independencia venga por si sola y no por intentar obtenerla, ellos son las personas encargadas de cuidar, velar y ayudar que aquella independencia que tanto deseamos venga por sí sola, sin prisa y justo en el momento debido, al igual que a las personas que eleven cometa,
A nuestros padres o abuelos nadie les enseña a ser padre, es algo que se aprende solo, quizás recibe consejos o recomendaciones, pero nadie les enseña a ser padres, y así como nuestros padres nos “perdonaron” cuando perdimos nuestra cometa en el intento de elevarla más alto que los demás. Nosotros debemos perdonar el hecho de que ellos no nos den tanta “cuerda” cuando se lo pedimos o que por el afán de no vemos “tan lejos de casa” nos dan mucha poca cuerda,“y terminan acabando nuestra paciencia”, nos volvemos como un fuerte viento que arrasa con nuestra cometa y termina reventando nuestra cuerda. La fuerza del viento (de nuestra paciencia) termina siendo más fuerte que la cuerda (que lo que nos une a nuestros padres), termina reventándose y llevándonos cuesta abajo sin que nos hayan advertido.
Para llegar a la “cima”, a lo más alto, para poder llegar a ser la cometa más alta, debemos pasar por cierto momentos malos, al igual que las cometas, debemos esperar el momento preciso para poder volar, para poder elevarnos o para que nos eleven. El elevar una cometa depende del viento, y para nosotros llegar al éxito, debemos esperar el tiempo indicado. Recordemos que las cometas solo se elevan en agosto, en mes de viento donde el verano se apodera de nosotros, y al igual que ella, pero con mucho más tiempo de espera, debemos esperar nuestro tiempo, nuestro momento para poder elevarnos tan alto como la cometa que se pierde en el hermoso amanecer y en la bella aurora
Debemos recordar que en lo alto del cielo hay vacíos y causan que las cometas traten de caer, causan “turbulencia” en el viaje de la cometa y al igual que en nuestra vida y nuestro día a día hay dificultades para mantener el “vuelo”, que nos dejan heridas ya sea en nuestro corazón, ya sea por complejos, por alguien que lastimosamente tuvo de partir. Las dificultades o los vacíos no nos afectan a todos de la misma manera, ya que unas personas somos más fuertes que otras, o algunas cosas son más importantes que otras, todos vemos las cosas de diferente manera y por ende tenemos diferente manera que reaccionar antes las adversidades, la mayoría de nosotros tomamos esas adversidades para salir a “valor” con más fuerza y llegar a la cima del éxito, allí donde todos creemos merecer llegar..
Muchos de nosotros creemos que llegar a la cima es algo fácil, pero están o estamos muy equivocados, las cometas antes de estar en lo más alto, allá donde todos las admiramos, donde quieren tener su cometa, deben intentar elevarla una y otra vez, deben bajarlas de árboles, necesitan en algunos caos de una segunda persona para que la echen a lo alto e ir tirando la cuerda para intentar elevar la cometa a medida del viento.
De la misma manera pasa con nosotros, necesitamos de alguien que nos tire de la cuerda y a otra persona para que nos tire al igual que la cometa, que nos ayude a tomar el impulso que necesitamos, que nos tiren y nos den cuerda en los momentos correctos, que nos deje echar a volar cuando debemos.
Debemos llegar a la cima, debemos estar en lo más alto, sin olvidarnos de quienes somos y sin dejar que las personas nos olviden o no nos reconozcan, algunas personas llegan tan alto que no se reconocen así mismas, ni la persona encargada de elevar la cometa” termina por saber cuál es su cometa, porque esta tan alta y tan lejos que la cuerda no se ve y la cometa termina siendo un punto más en el cielo, debemos evitar eso como personas, ya muchos se dieron cuenta que no se reconocían, ni que la persona encargada de elevarlos los reconocen, el haber llegado tan lejos, tan alto, produce que algunas personas olviden de donde vienen, olvidan que la cometa se cayó, que en ocasiones no querían elevarse, que las bajaron de aquel árbol, que justo cuando iban a despegar vino un vacío en medio del viento y causo su caída, e incluso aquella cometa (aquella persona) termina olvidando por todo lo que tuvo que pasar para llegar al éxito, y terminar sola, en medio de la aurora del cielo, deseando volver a casa, deseando depender de aquella persona que le ayudo a elevarse.
La cometa entre más alto este, más pequeña se hace, y al igual que ella, algunos de nosotros, entre más alto estamos, más pequeña se hace nuestra humildad, nuestro amor por los demás, el amor que sentimos hacia nosotros mismos.
Debemos ser agradecidos con las personas encargadas de atar, recoger y soportar quemaduras de sus manos al intentar controlar nuestras ganas de volar e irnos.
Ellos son las personas que más sufren a la hora de nuestras fallas, a la hora de nuestra independencia ya que se sienten responsables de nuestros fracasos, se sienten al igual que cuando eres un niño y tu cometa se fue lejos, cuando la veías en el cielo, y no sabías a donde ni a manos de quien llegaría, y te sientes responsable de haber dejado que se perdiera en medio de la nada.
Así son nuestros padres o personas encargadas de nosotros, son las personas encargadas de la cometa y nosotros somos su cometa, las que piden y piden cuerda sin importar el resultado.
Debemos pensar cada decisión que vayamos a tomar con cabeza fría, a la hora de querer intentar ser independientes hay mucha responsabilidad y muchos miedos, pero podemos llegar a ser personas responsables e independientes, capaces de guiar, capaces de soltar, y recoger la cuerda necesaria para las cometas a las cuales nos corresponda guiar.